domingo, 2 de diciembre de 2012

¿Te vas a casar?

¿Te vas a casar?...
¡Perfecto!
Alguna decisión tenías que tomar. No podías quedarte soltero y llegar a los cuarenta sin rendirle cuentas a Dios... o al diablo. Porque la soltería también tiene sus obligaciones.
Si a los casados cuarentones les insinúan la lista de los amigos, cuando están por cumplir los próximos doce meses de vida, ¿te imaginas que no se le exija fiesta de 41, al que no conoce mujer?
¿Te vas a casar?...
¡Felicidades!
Pero debes saber, antes que nada, que la primera felicitación para un casado, deja con el ojo cuadrado.
-Ya tenemos mujer los dos -te dice el primero que te abraza-. Luego, cuando pones cara pendenciera, agrega: "tú, yo, y muchos mandilones que andan por ahí".
¿Te vas a casar?
¡Perfecto! ¡Felicidades!
El matrimonio es una empresa, y tú eres un empresario. También tu mujer será una empresaria. Y de la administración que hagan, dependerá que no hagan de semejante compromiso una aventura o un albur. Los dos serán responsables de que el proyecto sea un éxito.
¿Sabías, antes que nada, que sólo en el matrimonio hay hombres perfectos?
¿Sabías, aquí entre nos, que sólo en el matrimonio hay mujeres perfectas?
Así como lo oyes.
Los que andan jóvenes y solteros, no están completos; les falta algo. Y mientras encuentran ese "algo" que les falta, se entretienen solos. Ahora, los que siguen solterones, es porque no buscan, porque ya son mañosos. Esos no corren ni para tercera ni para primera, les gusta la sinvergüenzada.
¿Te vas a casar?
¡Qué bueno! ¡El mundo está necesitado de hombres valientes! Pero mira, por tener en qué entretenerte, ¿sabías que nunca terminas de pagar la cuenta de la boda?
¿Te vas a casar?
¡Adelante! Si no te casas, hablan de ti; si te casas, de todos modos; bueno, si de Dios hablan... con más razón de un pobre diablo enamorado.
Ya en serio, quiero decirte: ¡Felicidades!
El matrimonio es buen negocio para el hombre y la mujer. Pero tienen que vivir día tras día haciendo planes de vida. No pueden quedarse quietos; no pueden dormirse; no deben olvidar que el matrimonio es de dos, no deben permitir que un extraño se meta en el negocio que es de dos. Y si el negocio es de dos, te estoy diciendo que las decisiones que se toman en esa empresa llamada matrimonio, en ese negocio llamado matrimonio, son de dos; ninguno debe tener privilegios al tomar una decisión relevante.
No seas "mamila" y vayas a salir con una tanteada propia de los que fracasan: que "es mi dinero"; que "lo tuyo es tuyo, y lo mío es mío"; que "yo soy hombre y hago lo que quiero"; que "yo doy el gasto y lo demás no te importa"; que esto, que lo otro.
Porque precisamente por eso se llega al divorcio, porque los recién casados no reconocen las nuevas reglas que nacen de la unión. Si tú eres el que trabaja, que bueno; y si los dos trabajan, qué mejor; cuanto mayor sea el ingreso económico, mayor satisfacción tendrán tú y tu mujer. Pero repito, no seas babas, no tires el dinero que es de los dos; o de la familia si lo prefieres, de la empresa, del negocio.
Por más que te sientas macho, reconócelo, la etapa del mandilón también es bonita. Dale su lugar a tu mujer, a tu interesada socia. Repite constantemente: ¡Soy mandilón! ¡Soy mandilón!
Así, cuando alguien quiera sonsacarte y te pique la cresta diciendo que eres mandilón, ya no te molestará. Y si sale con el cuento de que te regaña tu mujer, contéstale:
-Ni modo que me regañe la tuya.

¿Para qué se inventó el matrimonio?
Ándale, contesta, ¿para qué se inventó el matrimonio? ¿No das? Se inventó para sobrellevar de mejor forma los problemas de la vida.
Mira, un soltero puede lavar, es cierto; también planchar, cocinar y hacer mil maravillas más, pero ¿tendrá tiempo de hacerlo? ¿Y su descanso, y la diversión, y su libertinaje?
Se supone que trabaja para mantener sus vicios, para pagar sus gustos. Y se supone también, que la jornada de trabajo tiene ocho horas. Entonces, ¿cuándo se supone que arregla su ropa? ¿Cuándo pone en orden su "depa"? Entiéndelo desde ahora... futuro mandilón: por algo se mira desorden donde habita el hombre soltero. No alcanza su tiempo para el trabajo, el negocio de la casa, y para que salga todavía, a divertirse como si nada.
¡Ah, campeón!, No pienses que al casarte adquieres una empleada o una esclava. La mujer que se casa, si no trabaja fuera del hogar, atiende todo lo que un soltero deja abandonado por falta de tiempo y energía. Puede lavar, planchar, tenerte lista la comida, es cierto, pero no lo hace por ganar un peso o porque se someta a las reglas de la esclavitud; ella, al ser esposa, sólo cumple una obligación de familia... acuérdate, acuérdense del ¿para qué se inventó el matrimonio?
Si tú sales a buscar el sustento, ella te permite con otro tanto de esfuerzo, llegar a descansar en un espacio que se llama hogar; en un espacio donde hay cariño; por más que tendenciosamente aseguren que "el hogar es la tumba del amor".
Cuando un casado se tumba sobre el lecho conyugal, puede dormir, reflexionar, descansar, hacer planes o sembrar familia. Muchas cosas a cual más de permitidas y bonitas pueden sucederle en su lecho conyugal.
Mientras que al soltero le pega la sensación de soledad cuando llega al "depa" a descansar, al casado lo duerme la satisfacción del deber cumplido, los planes de vida que hace con su pareja, y el efecto de las energías perdidas en aras del amor y su santo matrimonio. Esto es lo bonito del matrimonio: te asusta, pero te gusta.
Mientras que un soltero se acuesta "a dormir la mona" sin más compañía que sus malos humores, al casado tal vez lo duerma una caricia o una bendición. Claro, todo depende de con quien se case.
Es muy importante la selección del aliado. Tanto el hombre como la mujer, cuando buscan la felicidad, dependen de ese aliado que se encuentran.
¡Ah, los aliados! Tienes qué reconocer: "tanto pides, tanto das". En la etapa de la búsqueda de afecto, tiene gran verdad la regla "tanto tienes, tanto vales". Pero en esto no se habla de dinero, sino de amor, simpatía y todas las virtudes del mundo que pueda tener la persona escogida. A quienes lo entienden les va bien; a quienes cierran los ojos para no comprender las realidades del mundo, generalmente les va mal.
¿Cómo escoger pareja?
Por principio de cuentas, la juventud inexperta se deja llevar por la estampa (rostro, pechos, glúteos, piernas). Si aquello que mira le "llena el ojo", ruega; pero si no es así, pasa indiferente frente a la "escultura" que carece de arte, ignorando las virtudes posibles que sólo pueden descubrirse con la comunicación y con el trato. La juventud, ordinariamente se deja llevar por los aspectos más superficiales, como lo serían el dinero de la familia que otorga estatus social, y si la persona buscada tiene algún título; ignora la falta de sueños, las inclinaciones perversas como potencial silenciado de la mezquindad. Así entonces, dejándose llevar por la fachada corporal que la naturaleza da sin merecimientos de por medio, sólo se tiende a seguir el camino del fracaso.
Decir "su igual" en los negocios del amor, muy ciertamente equivale a decir "la media naranja"; lo que hace pensar, o debiera hacer pensar, que la similitud se refiere a lo que hay por dentro (calidad en los sentimientos), también a lo que hay por fuera para sustentar lo interno (expresión y palabra amable), dejando como independientes los aspectos económico y social, simbólico del interés. "Su igual" es una idea que se abre a la polémica, que pone barreras o se vuelve reto; pero con los años que no perdonan "tuertos ni mono sin cabeza", qué clara se ve la verdad aconsejada.
¿Te vas a casar?
¡Órale! Resulta que sí hay locos que comen lumbre.
Pero de verdad te lo digo: ojalá que no seas de esos que dejan de estudiar y se casan a lo tarugo, sin tener una carrera ni trabajo bien pagado, ni nada. Espero que no seas de esos que prueban el "cuchi cuchi", y luego se casan porque agarran el vicio, sin pensar en los sentimientos ni en la hermosura superficial, sólo y solamente en el triángulo de la pasión. Ojalá que no te haya engatusado una lagartona y peor quedada, de las que primero buscan al "príncipe azul" y después al primer tonto que se encuentran, por tal de salir de blanco.
Date cuenta futuro mandilón, en cualquiera de estos casos, no hallaste tu igual; a no ser que tú también estés en la condición de tu futura pareja.
¿Qué se necesita para dar el gran paso?
¡Solvencia muchacho, solvencia!
Solvencia mental y económica; tener madurez, un trabajo seguro y bien pagado... de preferencia, y una familia que comparta tu opinión y que te apoye.
Decir solvencia mental, es como decirte responsable y sabedor de las consecuencias y compromisos que llegan con el matrimonio. Decir solvencia económica, es saberte respondón con el bolsillo, cuando llegan las urgencias de gastos imprevistos o de orden cotidiano.
Si ya lo decidiste, adelante, es tu "rollo". Los demás sólo pueden hacer "changuitos" y desear que te vaya bien; sólo pueden decir "que con su pan se lo coma", o bien, "en el pecado va a llevar la penitencia". Aunque después de todo lo que se diga, el matrimonio tiene lo suyo: es para la gente centrada, también para los tarugos que se avientan a lo "babas"; por algo aseguran que es como un chiquero, en donde unos "cochis" quieren entrar y otros quieren salir.
¿Qué te parece?... ¿Te quieres casar?... ¡Adelante!

NOTA: El texto anterior es un fragmento del próximo libro de David Cibrián Santacruz, quien de forma coloquial pero con la palabra franca, expresa la verdad cruda de lo que es el matrimonio. Amigos lectores, gracias por detenerse en esta página, y mucho más por la opinión que manifiesten para el autor.


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