jueves, 9 de mayo de 2013

Los sueños

   Los sueños no son episodios donde actúan inocentemente los fantasmas que divierten... o que asustan. Unas veces son la realidad futura que llaman premonición; otras, son el consejo que anuncia la posibilidad de un logro, de un objetivo, de una meta.
   El subconsciente no duerme; es como invisible amigo que espera el momento oportuno para anticipar la desgracia, o los pasos que han de seguirse para resolver un problema o alcanzar una justa ambición.
   ¡Bendito sueño!
   ¿Qué fuera sin él, el hombre que en la mínima expresión del anhelo, disfruta el reposo más profundo?
   En el lado opuesto, ¿qué fueran sin él, los contados poetas que alcanzan la inmortalidad con lo que secamente se llama éxito?
   ¿Qué fuera de la humanidad misma... sin los hombres que han soñado despiertos para legar un invento?
   En el sueño está el otro yo del individuo; está el amigo de la actitud; el consejero desinteresado que carece del rostro donde se reflejan los intereses mezquinos. ¿Por qué no atender las fantasías que nacen al amparo de una almohada?
   Las imágenes que se deslizan en la superficie de la íntima conciencia, dan la horma del éxito solamente; señalan el evento malhadado en ocasiones, cierto, pero nunca se distingue en ello, la ventaja ni el placer insano que pudiera darse en lo por venir.
   ¡Los sueños alientan, inducen, motivan desde la sombra espesa del amanecer; claman libertad para el espíritu creador!
   ¿Los conocemos? ¿Los reconocemos cual remedio infalible para el conformismo y la mediocridad?
   ¡Cuántos "Lázaros" vagan en el sementerio de la derrota, corroídos por la frustración, ignorando la voz de Dios que se adivina en los sueños!

No hay comentarios:

Publicar un comentario