miércoles, 13 de junio de 2012

Vejez

  Vejez... ¡ah, la vejez!
  Sala de recuerdos,
  museo viviente de hombres carcomidos por el tiempo.
  Espacio del copretérito.
  Lugar de videntes que al conjuro del "yo podía",
  lentamente se consumen como el cigarrillo
  que los entretiene,
  mientras catan el sabor y la espuma del café.

  Vejez... ¡hermosa vejez!
  Vitrina de los dinosaurios;
  de afortunados que recibieron mil oportunidades;
  entre ellas, conocer el amor candente
  que provoca la mujer en primavera,
  y el afecto platónico de la musa
  cuyo molde sirvió para forjar una familia.

  ¡Cuántos quisieran vivir en la antesala
   de la ancianidad!
  ¡Vejez! ¡Vejez! Reducto de los vicios dormidos.
  Volcán de pasiones que anuncia en fumarolas
  la energía que se extingue.

  La presencia del achaque,
  retracta la intención de cumplir en el amor
  con instinto de brioso corcel.
  Sin la energía suficiente,
  el ímpetu se bate en retirada
  al compás del corazón desfalleciente.

  ¡Ah, la vejez! ¡Quién soñara en tu regazo!
  Hacer antología de los buenos tiempos.
  Reír acaso de los desengaños amorosos,
  o sentir en la frente el tierno beso
  del nieto guardián en la historia del abuelo.
  ¡Ah, la vejez! ¡Tan hermosa y temida a la vez!

  Sept. 25 del 2003; 6:00 A.M.

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