domingo, 5 de febrero de 2012

Una casa

   Una casa puede ser un hogar,
   remanso de armonía
   y nido del amor;
   pero también una prisión
   o el mismo infierno
   cuando mueren los afectos.

   De tamaño descomunal y lujosa,
   puede tener coches deportivos
   de último modelo;
   también atesorar en cada rincón
   los avances de la tecnología
   y repetir en cada pared
   ecos de ausencia humana.

   Una casa puede ser la choza humilde
   donde moran inclementes
   el hambre, las penas, la miseria;
   pero también refugio de almas
   que sueñan futuro promisorio
   en castillo de grotescos muros.

   Una casa, una casa...
   puede ser un edificio frío,
   vacío, sin bullicio, olvidado;
   pero también el techo amable
   de una familia feliz.

   En ella caben tristeza y alegría,
   los sueños, la indolencia,
   también el odio que reduce espacios
   y el amor, ¡claro!, el amor
   que todo lo hace grande... y bello,
   ¡El amor como herencia de Dios!

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