domingo, 6 de mayo de 2012

Paciente metódico

   (Es hora de reir e imaginar)
   De que tuvo suerte don Lauro Loera, la tovo. Nadie lo duda. Tenía 69 años de edad, cuando por un infarto casi se va al carajo, a cortejar a la más huesuda y paseada de las damas.
   Después de salir bien de la cirugía urgente que le practicaron, quedó convencido de cuidarse, y puso esmerada atención a las recomendaciones.
   -Mire, don Lauro -le dijo el doctor-, si quiere vivir en el mundo de los mil diablos todavía, es necesario que tome la medicina como se lo indico. Además, evítese la ingesta de los siguientes alimentos: carne, en primer lugar; ni de vaca, cerdo, chiva o lagartijas por favor. Olvídese también de comer tortillas de maíz, de harina, pozole, menudo, tortas ahogadas, taquitos de cabeza, de machaca o cecina, huevos, pizzas, tortas de lo que sea y sodas; no pruebe camarones, ostiones y todo lo que se parezca. Incluya en esta lista sal, azúcar, cigarros y alcohol.
   -Oiga, doctor -interrumpió don Lauro-; queda muy claro que tengo prohibido comer... pero dígame, ¿puedo hacer el amor?
   El galeno sonrió al pensar en esa preocupación tan humana que manifestaban sus pacientes, al llegar el momento de la dieta. Todo podía faltarles, menos el amor.
   "Hombre, don Lauro -dijo luego, sin dejar de sonreír; aunque no movido por la amabilidad, sino por acordarse de la edad del paciente-, qué bueno que lo pregunta. Hacer el amor no está prohibido, porque de algún modo le ayuda a los pacientes como sustituto del ejercicio; es como si usted caminara tres kilómetros... nomás no se esfuerce mucho".
   Al año regresó don Lauro para su chequeo médico, y confesó con cierta mortificación:
   -Doctor -dijo-, creo que necesito vitaminas.
   -¿Por qué, don Lauro?
   -Mire. Traté de caminar los tres kilómetros que me indicó, y no pude; aunque cada tercer día lo intenté, siempre me quedé a la mitad del camino.
   "No se preocupe, don Lauro -lo tranquilizó el doctor-; las estadísticas dicen, que los pacientes de setenta años siempre se quedan a medio camino; no pueden con los tres kilómetros recomendables".
   -Entonces -indagó don Lauro-, ¿es normal eso?
   "Muy normal, don Lauro; muy normal -concluyó el médico-. Si gusta camine menos, o quédese con la intención; también se vale querer y no poder".

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